Anchorite Doom Metal Epico
La banda presenta este año Realm Of Ruin
2025 no me ha dado suficiente doom épico. Necesito mucho de eso para compensar mi obsesión con la muerte flemosa del subsuelo, o mi equilibrio se desmoronará y se descontrolará. Por suerte, el colectivo internacional Anchorite está trabajando en ello con su segundo trabajo, Realm of Ruin. Utilizando el perfil sonoro de eficacia probada de Candlemass, Solitude Aeturnus, Crypt Sermon y Sorcerer, todos los hitos clave están presentes, con riffs potentes, voces potentes y una sensación de melancolía acechando tras la férrea fuerza. Lo que le da ventaja a Anchorite es una buena dosis de testosterona y machismo en su mezcla de doom. Toman prestado de grupos como Pale Divine y Argus y buscan patearte en las entrañas mientras te azotan emocionalmente. ¿Es ese el tipo de abuso de doble pista que buscas en tu metal? Si es así, síganme al área de castigo.
Las puertas se abren de par en par en el tema que da título al álbum, revelando un sonido potente y contundente con riffs robustos que impulsan la canción hacia adelante, mientras Leo Stivala (Forsaken, Pagan Altar) ofrece bramidos varoniles y toscos, y tonos lastimeros y sombríos según el momento lo requiere. Es casi como un Iced Earth clásico haciendo doom épico, y sinceramente, funciona de maravilla. Mejor aún es "The Lighthouse Chronicles", que te lleva en un viaje melancólico y emocional durante más de 7 minutos, con ganchos desplegados con maestría a lo largo del camino para atraparte el oído. Es bastante triste y melancólica, pero la energía épica crepita justo debajo de la superficie y los riffs son carnosos y contundentes. El estribillo es inmediatamente memorable, apoyado por riffs sombríos que huelen a Paraíso Perdido. Añádele un intrigante segmento intermedio que grita un introspectivo Nevermore, y está claro que Anchorite ha dado con algo. A lo largo de todo el disco, Stivala se mueve con destreza entre tonos más ásperos y lamentos llorosos de sadboy, convincente en todo momento. Mostrando el rango de Anchorite, "Devil on the Throne" cambia a un doom motorista, potente y bluesero, como Place of Skulls y Pale Divine. Es menos directo, más doom clásico y con una intensa influencia de las jams de Sabbath de los 70. Cumple todos los requisitos, y Stivala vuelve a canalizar el potente espíritu de Warrel Dane con gran éxito
Si las cosas hubieran decaído un poco en la segunda mitad del álbum, aún estaría bastante impresionado con Realm of Ruin. En cambio, te deslumbra la majestuosidad y el poder de "The Apostate's Prayer", que es mitad Candlemass clásico, mitad Sorcerer, y todo un crack. El trabajo de guitarra aquí es estelar, y Stivala sube significativamente su nivel para un tour de force vocal que atraviesa la miseria, el dolor y un conflicto interno devastador. Sus gritos desesperados de "He caído tan lejos" te pondrán la piel de gallina y te perforarán el corazón frío y muerto. Esta canción es un as. Para cerrar, "Kingdom Undone" es otro gran momento con un estribillo atrapante que mezcla metal clásico, doom y un toque de power cheese para darle un toque extra pegadizo. Me recuerda al material del estelar Defenders of the Crown de Human Fortress, pero con un brillo melancólico que lo impregna todo. No hay fiascos aquí, y cada canción aporta algo interesante, aunque no todas alcanzan los mismos picos que los puntos culminantes mencionados anteriormente. Algunas pistas sufren de una ligera hinchazón en los bordes, pero con 54 minutos, Realm of Ruin no se siente demasiado largo, ni querría ver ninguna selección cortada.
Estoy bastante impresionado con la actuación de Leo Stivala. Combina potentes fuelle al estilo de Jorn con un canto doom clásico, efectivamente abatido, y cambia su forma de tocar lo suficiente como para sorprender y encajar con el material. Tiene algo del mismo encanto y atractivo que Brooks Wilson de Crypt Sermon, y también recuerda a Robert Lowe (Solitude Aeturnus) por momentos. Luego están los fragmentos dispersos de Warrel Dane. No está mal estar en compañía. Acompañando a Stivala en cada paso está el trabajo de guitarra de Martin Andersen. Combina tropos clásicos del heavy metal con todos los sonidos épicos del doom esperados y añade toques de power metal para completar la experiencia. Ofrece momentos emotivos en sus solos y armonías, manteniendo la intensidad de la música más de lo esperado. Impresionante actuación en todas las fases. Realm of Ruin es uno de esos álbumes que disfrutas la primera vez, y con cada vuelta, revela más de sí mismo hasta sumergirte por completo en la maestría de la banda. Anchorite tiene un talento compositivo excepcional, y Realm se acerca bastante a la cima del doom. Tal como está, es un paseo inmersivo por las ruinas con momentos de auténtica brillantez y grandeza. Los seguiré de cerca porque su potencial es inmenso. Una grata sorpresa y muy recomendable.