The Final Witness presentan trabajo
Beneath the Altar un álbum que dejará huella
La portada del álbum Beneath the Altar de The Final Witness, disponible el 15 de agosto en Rottweiler Records, muestra una imponente catedral gótica que se alza entre la niebla, bañada por la luz radiante de un crucifijo. Legiones de figuras con armadura se reúnen abajo, mientras demonios fantasmales y rostros atormentados se arremolinan en el cielo, creando una atmósfera apocalíptica y de fantasía oscura.
En un género que ha madurado hace tiempo, una forma común de evitar las repeticiones es combinar varios subgéneros. El thrash contemporáneo, en particular, es difícil de acertar sin la guitarra potente necesaria para romper cuellos. Por eso, muchos optan por una de sus derivaciones. Un recién llegado que busca explorar la fusión de géneros es The Final Witness, el proyecto en solitario del multiinstrumentista Josh Henderson. Su debut, Beneath the Altar, promete ofrecer death y thrash progresivo al público general. Me sumergí en Beneath the Altar con cautela, tras haber visto con qué frecuencia se malinterpreta esta combinación de términos, pero con la esperanza de que The Final Witness cumpliera su promesa.
Un trabajo de guitarra inspirado y una variedad apropiada son los puntos fuertes de The Final Witness. La mayor parte de Beneath the Altar se compone de dos componentes principales: thrash progresivo ("Coronation", "The Blood") y death/thrash ("Sanctum of the Holy"). Abundantes solos melódicos colorean aún más el álbum, con "Testimony" incluso evocando el sonido de Gotemburgo. Por último, pasajes semiacústicos más tranquilos unen estas piezas individuales con distintos niveles de éxito. Las composiciones son vívidas y frenéticas, alternando entre la batería tradicional y vertiginosa y la complejidad rítmica. La voz distorsionada de Henderson carece de un toque thrash, pero logra un buen trabajo puntuando las composiciones con ladridos y gruñidos. Los mejores momentos de Beneath the Altar se inspiran en Coroner y Vader, y desearía que esos momentos fueran mucho más frecuentes, porque el sonido se inclina demasiado hacia la escuela groove de la guitarra en ocasiones ("Negative World", "Principalities"). Sin embargo, la base del álbum se mantiene, y las interpretaciones de Henderson son impresionantes.
El lado experimental de Beneath the Altar se pierde en sus puntos fuertes. Además de la esencia del álbum, la mayoría de los temas se distinguen por sus excentricidades. Por ejemplo, la pausa electrónica del tema principal, con un ritmo casi hip-hop, es memorable y sorprendentemente bien hecha, pero no encaja del todo. "Testimony" termina con una dramática capa de órgano que podría sonar excelente si la mezcla no la convirtiera en una molestia ensordecedora. Muchos de estos trucos puntuales son divertidos, pero se malgastan o se descartan antes de causar impacto. Peor aún, son una distracción. Beneath the Altar brilla al explorar las facetas rítmicas y melódicas del death/thrash. Al desviarse de este camino, se pierde profundidad por amplitud; un tema más compacto como "Sanctum of the Holy" demuestra que The Final Witness solo se beneficiaría si se aferrara a un tema durante más tiempo.
Josh Henderson de The Final Witness, fotografiado en blanco y negro. De pie en un edificio deteriorado y medio derrumbado, viste una camisa y una chaqueta de Tribulation, mirando directamente a la cámara. Henderson es el motor detrás de The Final Witness, a cargo de la dirección creativa y musical de la banda. Las ideas dispares de Beneath the Altar son más que la suma de sus partes. Sus pilares fundamentales funcionan de maravilla individualmente, pero interactúan con poca frecuencia, y los toques experimentales puntuales son divertidos pero fuera de lugar. Las partes semiacústicas sombrías, aunque bien logradas, dificultan la fluidez de la canción cuando se utilizan con demasiada frecuencia ("Principalities") y se fusionan después de varias escuchas. Las buenas ideas parecen ensambladas de forma desordenada. Lo anterior se ve agravado por su producción, supervisada por Jason Wisdom de Becoming the Archetype. El sonido es a la vez estéril y áspero, con Wisdom priorizando las guitarras sobre la voz y la batería, ambas fuertes y distractoras. Sus cualidades evocan una extraña ilusión de metalcore, lo que contribuye aún más a la identidad incoherente del álbum. Dicho esto, no me importa volver a escuchar Beneath the Altar. Hay mucho que apreciar, y su breve duración de 36 minutos garantiza que el disco no se extienda demasiado. Sin embargo, me siento más obligado a revisitar partes individuales de las canciones que a una canción completa.
Beneath the Altar es un prototipo interesante, pero desenfocado. Llevar un proyecto en solitario hasta este punto ya es respetable, pero creo que el Sr. Henderson aún es capaz de mucho más. Con una composición más coherente y una visión unificada, las ideas de este disco podrían formar un mensaje poderoso. Hay fragmentos emocionantes que digerir, aunque no necesariamente formen un todo cohesivo, y el resultado es que Beneath the Altar se siente como un punto de partida para cosas mejores por venir. Pero por ahora, The Final Witness aún está buscando su sonido, y me encuentro con ganas de algo de Coroner.