Death Never Sleep nuevo trabajo para Glorious Depravity

Death Never Sleep nuevo trabajo para Glorious Depravity

Gran trabajo para los Neoyorkinos

El death metal neoyorquino suele ser bastante desagradable, pero en el extraño caso de Glorious Depravity, la cosa se pone aún más grotesca debido a la conexión de sus miembros con bandas como Pyrrhon y Woe. Su debut de 2020, Ageless Violence, fue un sólido, aunque prescindible, homenaje a los dioses del death metal floridano, con una buena dosis de ADN de Morbid Angel y Deicide en su antinatural composición. Cinco años después, nos presentan Death Never Sleeps con un sonido que aún conserva su estética desenfadada, y con toques de grindcore. Se trata de un death metal grotesco y viscoso para gente fea y sucia que lanza latas de cerveza vacías a drogadictos por diversión barata. Lo único remotamente elegante es la impresionante portada de Dan Seagrave, y a mí me parece perfecto. No estoy aquí para asistir a una escuela de etiqueta ni a un taller de control de la ira para managers. Estoy aquí para desatar el death metal y asustar a los normies, y Glorious Depravity también. ¡Gemelos!

Los chicos de Depravity arrancan con fuerza en "Slaughter the Gerontocrats", con riffs febriles que desgarran piel y destrozan huesos, mientras Doug Moore, de Pyrrhon, vomita un mundo de odio y veneno sobre el oyente. Algunos solos recuerdan al Mordid Angel de antaño, pero esto es más desquiciado y se acerca más al grindcore e incluso al slam por momentos. Moore suelta unos guturales repugnantes y alaridos penetrantes, convirtiendo esto en una especie de manicomio en una botella de vino barato. La cosa se tuerce un poco en "Stripmined Flesh Extractor", con un tempo raro y arrastrado que no termina de funcionar, desperdiciando así parte del impulso crucial creado por el tema inicial. A partir de ahí, se trata de un vaivén entre temas de death metal bien ejecutados que te golpean con fuerza y ​​otros menos logrados que, si bien tienen buenos momentos, no te destrozan como deberían. «Sulfurous Winds (Howling Through Christendom)» es un viaje salvaje a través de las tumbas donde Morbid Angel enterró sus riffs inéditos (y los más usados), y los repetidos rugidos de Moore sobre la «CIENCIA» resultan divertidos al estilo del viejo Thomas Dolby. «Scourged by the Wings of the Fell Destroyer» también está muy bien, con ese sonido death metal floridano de los 90 pero con reminiscencias de Kataklysm gracias a la voz estridente.

Mi momento favorito llega con «Necrobiotic Enslavement», donde la influencia de Morbid es especialmente notable en los riffs convulsos y descontrolados que apestan a cenizas rebosantes. Si bien los puntos fuertes de Death Never Sleeps son respetables y entretenidos, nada te dejará boquiabierto, y los temas menos logrados son decepcionantes. "Freshkills Poltergeist" incluye armónicos artificiales que resultan más molestos que interesantes, y "Carnage at the Margins" se vuelve demasiado estridente y termina irritando en lugar de impactar profundamente. El resultado es un álbum de death metal sólido en su mayoría, con añadidos genéricos y poco memorables, lo cual es decepcionante para una banda con la trayectoria que Glorious Depravity aporta al Geneology Council.

Hay que reconocerle a Doug Moore su interpretación vocal demencial. El tipo abarca todo el espectro vocal: gritos, alaridos, guturales profundos y los típicos aullidos del death metal. Lo hace todo y lo demuestra en cada tema, haga falta o no. A veces es idéntico a Maurizio Iacono de Kataklysm, y en ocasiones recuerda al joven Mille de Kreator. George Paul (Gravesend) y Matt Mewton (Woe) rescatan muchos riffs de la época dorada del metal, y aunque es fácil identificar sus influencias, no puedo criticar mucho de lo que tocan. Hay un buen número de solos brutales y algunas piezas completamente demenciales. Chris Grigg (Woe) aporta una fuerza técnica y brutal a la batería, golpeando como si le fuera la vida en ello. La banda tiene talento, pero a veces las composiciones carecen de fuerza y ​​pecan de genéricas. Con una duración de 34 minutos, se puede perdonar mucho de esto, ya que lo bueno reemplaza a lo aceptable de forma contundente y salvaje, pero las aportaciones menores sí que restan algo de disfrute al conjunto.

Glorious Depravity les da a un grupo de delincuentes neoyorquinos la oportunidad de hacer cosas fuera de los límites de sus trabajos habituales, y se nota que se lo pasan en grande haciendo el ridículo. No hay nada imprescindible, pero es una buena dosis de depravación para los más depravados, y puede que eso les baste.

Publicado el 13/11/2025  ·  Autor: Dani Manos de Plomo